Una cifra inédita en la historia reciente de España y que sirve para ilustrar el choque cultural que han tenido que afrontar las empresas españolas, en su mayoría pymes, para salvar la crisis de seis años que ha sufrido la economía española. Por el camino se han quedado miles de compañías, muy dependientes del mercado interior, y tan solo unas pocas han logrado “salvar los muebles” orientando su actividad al exterior. Ahora, el gran desafío que se les plantea a las empresas es elegir entre afianzar su apuesta por el exterior o regresar a un mercado interno, en el que el consumo y la inversión empresarial empiezan a dar signos de revitalización.
Los expertos consultados por este periódico constatan que no debe haber dudas y que se debe apostar por seguir en el exterior por varias razones. La primera es que la recuperación de la economía española ha estado basada parcialmente en factores exógenos que perderán fuerza en los próximos trimestres. El abaratamiento del petróleo, en mínimos de 2008, ha sido una inyección económica para un país netamente importador como España, que solo produce el 0,2% de lo que consume. Solo este año el ahorro puede haber llegado a superar los 10.000 millones, el equivalente al coste de la última rebaja fiscal aprobada por el PP. En segundo lugar, la depreciación del euro, que ha llegado a rozar la paridad con el dólar, ha abaratado las ventas de bienes y servicios de España fuera de la zona euro y ha supuesto una inyección para las empresas con intereses en Ásia y África. Ambos factores se mantendrán en el corto plazo, según los analistas, pero podrían variar ante lo inestable del panorama internacional y del impacto que los conflictos geopolíticos tienen en un mundo cada vez más globalizado.
En lo que todos los expertos coinciden es que el crecimiento mundial ya no vendrá de la Unión Europea, tradicional refugio de las empresas españolas exportadoras tanto en los ciclos bajistas como en los alcistas. Buena prueba de ello es el peso creciente que han tomado los países americanos y asiáticos en la clasificación mundial de intercambios comerciales. China fue la primera nación del mundo que más bienes exportó, con un porcentaje del 12,53% del total, a casi cuatro puntos de su inmediato perseguidor (EEUU, con un 8,68%). Entre los veinte países más vendedores, además de los dos anteriores, hay otros nueve: Corea (3,06%), Canadá (2,53%), Singapur (2,19%), México (2,12%), Arabia Saudí (1,87%), India (1,69%), Taiwan (1,67%), Australia (1,28%) y Brasil (1,20%). Entre todos ellos suman el 39% de los intercambios comerciales frente al 61% de los países europeos o de la órbita europea.
La firma del tratado Transpacífico es una muestra más del peso específico que van a tener Asia y América en el futuro de las economías europeas. Este acuerdo, que entrará en vigor el 1 de enero de 2016, implica la supresión de barreras arancelarias y no arancelarios y el libre comercio entre doce países (EEUU, Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam), que suman el 40% del PIB mundial.
Y en este apartado las empresas españolas están muy retrasadas con respecto a sus competidoras. Las cifras de intercambios comerciales y de inversión con EEUU así lo atestiguan. Las exportaciones crecieron un 12,4% entre enero y septiembre (impulsadas por el abaratamiento del euro), pero aún así apenas representan el 4,6% del total. Si se suma el porcentaje de lo que las empresas exportan a Asia y América, el resultado arroja un pobre 21%.
Por ese motivo, los expertos consideran importante que se acelere la negociación y que se cumplan los plazos fijados para que el tratado de libre comercio entre la Unión Europea y EEUU (TTIP, por sus siglas en inglés) entre en vigor cuanto antes y no sufra retrasos por las diferencias entre ambas delegaciones. En paralelo es vital una mayor dotación presupuestaria. “La reducción del presupuesto del ICEX ha sido dramática. Hacen falta más fondos, pero también utilizar los que están a disposición de las empresas y que en muchos casos no se usan porque los procedimientos son lentos, burocráticos y no están adaptados a las necesidades de las empresas”, apunta Antonio Bonet, vicepresidente del Club de Exportadores. Pese al ajuste que han sufrido los fondos destinados a internacionalización, el tejido exportador española ha seguido creciendo con fuerza en los años de crisis. Especialmente significativo ha sido el crecimiento experimentado por las empresas exportadoras regulares (aquellas que venden bienes al menos durante cuatro años seguidos). En 2010 eran 38.763 y entre enero y septiembre de 2015 ya había 46.325, lo que supone un alza del 19,5%.
FUENTE: CINCO DIAS
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